El despertar del Kundalini (ejercicio 8 - autorretrato)
Mira esta cara, argamasa de sueños y bestias, cuenco de lágrimas donde los vencedores enjuagan su mentira y la piel abierta, su libertad. Saborea esta boca callada que ha besado la luna reflejada en un charco, que finge ser un vals de gracia por no ser material de nínfulas, que es vestigio para que el poema sea resurrección. Envuelve estas manos en las tuyas y comprueba el páramo tibio, estos dobleces de dedos que, como rutas de mártir, escriben para salvarme de mí mismo. Palpa este músculo cardiaco, recorre con el pincel las doradas cicatrices y las quemaduras de tercer grado, y aún así estás a una huelga de paz para entrever el latido. Soy esta piel y debajo la magia del instante. Soy esta patria de dolor y encima el esqueleto. Y mi mano izquierda es un semidiós que labra. Y mi mano derecha es un tigre que muda de pelo.