Los siguientes hechos pretenden explicar los crímenes de la llamada Semana Escarlata, que el escritor mexicano Francisco Tario escribió en la década de los cuarenta, recordando al lector que el texto es una mera ficción probable que desbordó de la imaginación del escritor luego de leer la primera parte del cuento de Tario. Aquellos incidentes de fuego y muerte que devinieron bajo la Semana Escarlata emplean una relación muy extensa, una serie de hechos que desencadenaron con una noticia que casualmente no se menciona en ningún periódico y que tiene que ver con la llegada de la embajadora de la India en el Aeropuerto de los Ángeles, Alisha Vohra Sachdeva y de su acompañante canino Vórac, y a quien en su intento por trasladarse a su hotel se sirvió del servicio de un taxi. Su dueño, un musulmán de nombre Abdul Ebeid, prefirió perder su empleo antes que subir a la embajadora y su animal de compañía que para su religión no es más que un incitador al mal, pues bien refiere en s...
-¡Despertaros, hija! ¡Despertaros! Soñé de nuevo con ese tal Adolf de bigote raro en un museo muy elegante. "Ich bien fro, Ich bin fro", gritaba el chaval. ¿Qué os querrá deciros Dios, Matilde? -Padre de la Barca, dormiros, dormiros. Recordaros que mañana os tiene una celebración que oficiar en la iglesia. Ya no os dé vueltas, los sueños sueños son.
…y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura. Oliverio Girondo , Espantapájaros 21 Que los taquiones te regresen a la miseria una y otra vez hasta la eternidad. Que tu páncreas sea el vellocino de oro que buscan los argonautas. Que seas uno de los soldados que presencie el bosque de empalamientos de Vlad Dracul. Que todo tipo de deidades te amenace con la inmortalidad. Que trabajes como el mecenas de Salvatore y su arte invisible y tengas que dar los mismos sofismas para cubrirte del ridículo mayor. Que camines de rodillas sobre el triangulo de Penrose hasta que halles el final. Que en medio de una noche de lluvia y trueno se te aparezca un querubín y te diga con sus cuatro voces en llamas: “No tengas miedo”. Que tú seas el culpable de la conquista de Marte sobre la Tierra por haber creído que eran dioses. Que sigas al pie de la letra el método de Mitrídates contra el envenenamiento y leas el poema...
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