Mi boxeo había mejorado, pero yo no, yo seguía llorando tu partida, y fue durante mis golpes a la gobernadora cuando el entrenador insinuó la práctica del knock out: “Ahora vas a golpear aquí, como si le estuvieras dando a la persona que más odias. Acuérdate de tu ex, por ejemplo, eso te servirá”. Entonces por accidente el impacto resbaló de la gobernadora para knockear al maestro. La fuerza abyecta no había nacido del odio hacia ti, sino del odio hacia mí.
-¡Despertaros, hija! ¡Despertaros! Soñé de nuevo con ese tal Adolf de bigote raro en un museo muy elegante. "Ich bien fro, Ich bin fro", gritaba el chaval. ¿Qué os querrá deciros Dios, Matilde? -Padre de la Barca, dormiros, dormiros. Recordaros que mañana os tiene una celebración que oficiar en la iglesia. Ya no os dé vueltas, los sueños sueños son.
"Si pudiera pasar la eternidad contigo sería un sueño hecho realidad, ¿sientes lo mismo?", me dijo mientras acariciaba mi pelo. Entonces le susurré que no había deseo más perfecto. ¡Pero yo no sabía que la eternidad sería después de la muerte!
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