Al séptimo día

Mi boxeo había mejorado, pero yo no, yo seguía llorando tu partida, y fue durante mis golpes a la gobernadora cuando el entrenador insinuó la práctica del knock out: “Ahora vas a golpear aquí, como si le estuvieras dando a la persona que más odias. Acuérdate de tu ex, por ejemplo, eso te servirá”. Entonces por accidente el impacto resbaló de la gobernadora para knockear al maestro. La fuerza abyecta no había nacido del odio hacia ti, sino del odio hacia mí.

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