Otro espantapájaros

 

…y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura.

Oliverio Girondo, Espantapájaros 21

Que los taquiones te regresen a la miseria una y otra vez hasta la eternidad. Que tu páncreas sea el vellocino de oro que buscan los argonautas. Que seas uno de los soldados que presencie el bosque de empalamientos de Vlad Dracul. Que todo tipo de deidades te amenace con la inmortalidad. Que trabajes como el mecenas de Salvatore y su arte invisible y tengas que dar los mismos sofismas para cubrirte del ridículo mayor. Que camines de rodillas sobre el triangulo de Penrose hasta que halles el final. Que en medio de una noche de lluvia y trueno se te aparezca un querubín y te diga con sus cuatro voces en llamas: “No tengas miedo”. Que tú seas el culpable de la conquista de Marte sobre la Tierra por haber creído que eran dioses. Que sigas al pie de la letra el método de Mitrídates contra el envenenamiento y leas el poema de muerte de Pisístrato. Que tu agalmatofilia te haga enamorarte de “El dedo” en Milán, Italia y que Mefistófeles se niegue a abrirte las puertas de seol y te mande al reino de los narakas.

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