El pingüino imaginario y la guacamaya que se llama Chavelita (ejercicio 3)
Bola
de Helado se me acercó, y con sus alas resbalosas y frías movió mi cabeza superrapidísimo,
como la licuadora de mamá. Yo quería estar más tiempo en el columpio y que me
empujara, pero Bola de Helado me molestaba con su pico, y necio y necio con que
lo ayudara a buscar a sus bebés.
Me
llevó adentro de la casa y cuando vio a Chavelita afuera de su jaula chilló
muchísimo. Se puso atrás de mí, y me quiso quitar mi chamarra. De repente
Chavelita abrió sus alas así, así. Ja, ja, ja. Estuvo chistoso. Chavelita
vomitó plumas negras.
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