previairisrojas@hotmail.com es el correo de la mujer, colega de trabajo, con la que engañaba a mi esposa. La biografía de su dueña nada importa, lo que conviene saber es que compartíamos los cuerpos a horas aleatorias del día y que los billetes de don Miguel Hidalgo le suministraban el éxtasis adecuado. Tomaba unas cuantas fotos de sus hermanitos de don Miguel, las enviaba a su correo y.. ¡Zaz! ¡Levántate Lázaro! En un dos por tres Iris ya estaba puntualita en el lugar que yo quería. Tan sólo mencionaba que ya había dinero para robarme de las empresas ella se ruborizaba, que era más de lo que mi esposa hacía. Pero el índice de la conciencia era de por sí ya alto para un funcionario de gobierno que le gusta el dinero, y para no verme acosado por la culpa me vi obligado a optar por nuestros héroes patrios que dieron libertad a este país. Abandonar la carne de Iris, aunque la infidelidad sea justa en una persona que apenas me hablaba, aligeró el peso de mi conciencia. Claro, tuve que...